El miedo y la ansiedad están fluyendo a través de nuestro sistema en este tiempo tan difícil que estamos atravesando. Nuestros corazones pueden sentirse tiernos y crudos por el sufrimiento que vemos a nuestro alrededor en estos días.
Por favor, entiende que esto es comprensible y natural. Los desafíos sin precedentes que estamos atravesando han destrozado el mundo tal como lo conocíamos, y nos encontramos en medio de una nueva “normalidad.”
La crisis económica, la división, la violencia que estamos experimentando pueden desencadenar cada emoción que hayas guardado de manera segura durante toda tu vida.
El miedo, la ansiedad e incluso la ira pueden intensificarse con la pandemia. No te juzgues a ti mismo. Hay un lugar saludable para esas emociones cuando nos alertan de una amenaza e intentan alejarnos de ella. Es entonces cuando cumplen un propósito protector.
Sin embargo, a veces están protegiendo otra emoción escondida que la mayoría de las personas no quieren sentir: el dolor de una pérdida. A menudo tratamos de evitar el dolor, ya que nos abre nuestros corazones suaves y vulnerables.
Muchos de nosotros no aprendimos cómo conectarnos con nuestra vulnerabilidad mientras crecíamos, por lo que no sabemos qué se siente caer en ese lugar indefenso.
En cambio, cuando nos sentimos asustados o tristes recurrimos a nuestro mecanismo de defensa predeterminado, que es endurecernos, culpar a otros, atacar y entrar en pánico. Si bien estos no nos sirven, es a donde todos vamos a menudo. Es muy normal, especialmente en tiempos difíciles.
Hace dos noches, solté la armadura de mi corazón, que aparentemente estaba más defendido de lo que pensaba. Mi corazón se volvió muy tierno. El escudo de metal con el que ni siquiera sabía que me estaba protegiendo, se derritió. Y de repente mi corazón se suavizó y lloré. Me sentí abrumada por las miles de personas que murieron y sus familias.
Lloré por mis clientes y su sufrimiento. Lloré por el sufrimiento de aquellos que perdieron sus trabajos y por el costo financiero indescriptiblemente estresante que está teniendo esta crisis nacional y mundial. Lloré por la sensación de pérdida que todos estamos experimentando. Me sentí muy triste por el cambio tan fuerte a todo nivel que todos estamos experimentando.
Y me permití llorar así contactar mi profunda tristeza. Y en ese llanto, las emociones se disolvieron, y sentí una energía renovada para continuar viviendo esta vida increíble que nos está probando en este momento.
Todos estamos afligidos de una forma u otra. Sentimos dolor por los vulnerables, los ancianos, los que han perdido sus trabajos, dolor por aquellos que han perdido seres queridos, dolor por todos aquellos que sufren. Dolor por aquellos que tuvieron que quedarse en casa durante el “lockdown” y aún sufrir abusos emocionales, físicos o sexuales.
Y el dolor colectivo y el dolor global se encuentran con nuestro dolor personal, y cuando suavizamos las defensas, el dolor llega.
En lugar de escapar o ignorar nuestro dolor, nuestro poder reside traer conciencia a las emociones que están debajo de ese dolor. Te invito a que te permitas sentarte con los sentimientos que surgen, sentirlos en tu cuerpo, que es la forma en que nuestras emociones se comunican con nosotros, de manera somática.
Te invito a que dejes de resistir las emociones desafiantes que vienen a visitarte. Te invito a hacer las preguntas que darán a luz tu verdad y a una nueva forma de ser. Un lugar de luz se abrirá en la oscuridad, y finalmente podrás compartir tu ser más íntimo en relación con los demás.
Como dice Mark Nepo: Esto requiere zambullirnos donde estamos, no huir de lo que es. Debemos ser valientes y debemos tener cuidado, principalmente de nosotros mismos. Porque la mente es como una araña. Tejerá muchas redes. Pero el corazón es como una flecha de luz. Perforará un agujero en la oscuridad que la vida llenará.
Esto es lo que siempre se nos pide: Que nos conectemos con nuestras emociones, pero las invitaciones normales aumentan durante estos tiempos de grandes cambios.
Así que, por favor, no te juzgues por sentir las emociones naturales que pueden surgir. Mantente en la cuna de la autocompasión. Y recuerda la impermanencia de los sentimientos. Recuerda, los sentimientos son como una marea oceánica. Van y vienen.
Esto también pasará. Lo superaremos tal como lo hicimos en otros tiempos difíciles de nuestro pasado.
Entonces, cuando la ansiedad llama a tu puerta no podemos dejarla desatendida. Cuando el miedo nos lleva a ver peligro en cada esquina, cuando nos lleva a atesorar y a aterrorizarnos o cuando el enojo saludable se convierte en hostilidad, culpa y ataque, estas emociones ya no son útiles.
Es en momentos como estos que la conciencia se convierte en nuestra aliada, nuestra amiga más poderosa. La auto-conciencia nos ayuda a hacer que nuestro inconsciente se vuelva consciente. Como dijo Carl Jung Hasta que hagas consciente al inconsciente, dirigirá tu vida y lo llamarás destino.
Entonces, escucha tu sufrimiento que parece estar emergiendo más fuerte durante este tiempo, es el trabajo interno que todos estamos llamados a hacer. Y es el primer paso para sanarnos a nosotros mismos y poder ofrecer compasión a los demás.
Es solo cuando conocemos nuestro propio sufrimiento, que podemos ofrecer … el calor extra que recibimos a alguien que tiembla. Si pudiéramos deshacernos de las máscaras que nos alejan de nosotros mismos, habría suficiente amor para salvar al mundo ~ Mark Nepo
Con cariño,
Monica Jordan
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